Cuando visité por primera vez Creu Nova, la primera impresión fue que en aquella casa vivía una gran familia y lo mismo le pareció a mi madre, porque con un día de prueba le bastó para quererse trasladar. A la semana siguiente se instalaba y allí vivió los últimos cuatro años de su vida. Salvo los últimos meses, en que ya no era capaz de comunicarse, el resto del tiempo la vi feliz y tranquila. Hasta el final, todo el equipo tuvo cuidado de ella, recibiendo los mismos cuidados y afecto del primer día. No quiero pasar por alto mencionar la dedicación que también prestan a las familias; personalmente, me apoyaron en los momentos difíciles y acompañaron en los más tristes y dolorosos. Mi más profundo agradecimiento a todo el equipo que hace posible que Creu Nova sea sinónimo de humanidad.
Isabel